agosto 27, 2014

El por qué no me gustan los pasteles

Querido Blog:


El día de hoy vengo con uno de esos temas de mi vida cotidiana: Los pasteles.

A mis casi 30 años, he venido a descubrir que estoy hasta la madre de los pasteles. Ya ni siquiera es por el hecho de haberme comido más pasteles en lo que va de tres años y contando, que en el resto de mi existencia.

Es porque la experiencia de saborear un pastel se ha visto amargada por el hecho de tener que participar en el proceso. Me explico, en el lugar donde trabajo se piden pasteles cada que alguien cumple años, ok, hasta aquí todo bien.

El lado oscuro que no suelen ver los cumpleañeros ni demás festejados es que para empezar, pareciera que ya agarraron a mi compañera de al lado como la “Pedidora Oficial y Obligatoria” de pasteles. Siempre que alguien cumple años le dicen a ella, o en su defecto, a mí, como si no tuvieran manitas y no supieran marcar un teléfono para pedir por ellos mismos pero bien que se indignan cuando uno les dice que está ocupada.

No solo es la chinga de ver de qué pastelería pides un pastel, luego salen con que el festejado quiere un sabor en especial o de una pastelería en especial y ahí viene la chingadera de que o la pastelería vende más caro y/o no entregan a domicilio.

Después es la friega de pedir la cooperación, en donde se estableció que cada quien diera sus respectivos $20.00, que no siempre alcanzan. De aquí se desprenden más variantes: Los cooperadores no traen el suficiente dinero y a veces te andan dando $5.00 pinches pesos, y/o no traen y no te dan nada pero bien que se forman a la hora de la repartición para que les toque su pedazo.

De ahí, a veces la pastelería te sale con la fregadera (como la OK) de que el pastel para “20” personas pareciera que es para “10” y tienes que ingeniártelas para cortar el pastel de tal forma de que a todos nos toque una embarrada, perdón, un pedazo, o como me pasó en una ocasión en que tuve que poner de mi dinero para comprar otro pastel…

Ese es otro punto, no solo hay que comprar el pinche pastel, también hay que comprar los platos y los cubiertos, y como a veces o no hay suficiente quorum o no te cooperan completo, ahí va uno a ponerle de TU dinero que no tenías contemplado gastar y para que al final nadie te diga ni las gracias!

Y bueno, como llevábamos un buen rato pidiendo pasteles que no alcanzaban ni para tapar una muela, se acordó pedir de una pastelería en especial que tiene el Martes 2X1. Cuando todo parecía que iba mejorando, no faltó quienes salieran con la chingadera de que había que pedir un pastel en otro día que no era martes y/o quienes se quejaran de que ahora “sobra mucho pastel”! Y concluí que ningún chile les embona.

No solo eso, tampoco faltó la típica choriza que nadie de la oficina quiere y que busca hacerle la barba a su jefa, en salir con que como la jefa tenía una conocida que hacía pasteles, pues que fueran nuestros surtidores oficiales, y pasó que nos trajeron dos pasteles bastante caseros y con calidad de sabor dudosa, al mismo precio y que tampoco alcanzaba para saciar los diabéticos corazones. Aquí el punto es que como la tipa es de odiarse, todas sus iniciativas además de pendejas son de “y a ti quién diablos te pidió tu opinión?

Y si para este punto no era ya suficiente tanta chingadera…lo peor de todo es que 90% de las veces piden pastel de chocolate! ODIO EL PASTEL DE CHOCOLATE! Me encantaba cuando tenía 15 años y no más! Para colmo hay puticientosmocos de variedades de pasteles de chocolate y como el cumpleañero es el que pide, pues siempre sale con la mmada de pedir de chocolate.

AHHH! Pero la real chingadera de todo esto es que cuando a mí me toca pastel en mi cumpleaños, no solo tengo que fletarme el hecho de tener que compartir mi fecha sagrada con otra cumpleañera, tengo que aguantarme en que pidan pastel de chocolate porque le pidieron primero su opinión y la muy zángana lo pidió de chocolate!!






Escuchando: Voltaire – Hate Lives In A Small Town

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