febrero 28, 2008

Instrucciones Para Dibujar Un Ángel




Por Jorge Esquinca


Para dibujar el Ángel incida con violencia sobre su silueta en movimiento. Átela en pleno vuelo, jamás cuando duerme; todo Ángel duerme siempre con los ojos abiertos. Lance un delicado arpón, un garfio sutil. Comience la búsqueda en todo sitio luminoso, descubra en las paredes del aire la huella turbia de su sangre imposible. No se anuncie, no entre por la puerta, no establezca benévolas alianzas: podría sucumbir en el intento. Mantenga con lucidez una consigna: Nunca enamorarse del Ángel. Recuerde que quien cede al hechizo carga para siempre el fardo de esa lenta desdicha.

Proceda como un ladrón, trabaje en secreto, no confíe en otros ese proyecto insensato. Familiarícese con la paciente labor de los alquimistas: juegue con fuego, meta las manos en la llama de la vela; quémese las ingles, el vientre, escáldese la lengua, acostúmbrese a ser un incendio ambulante. No olvide los ojos, empiece con alfileres calentados al rojo vivo: prepárese a mirar en la luz.


Frecuente la compañía de aciagos personajes: viejas rameras, contrahechos, manipuladores de cadáveres; no excluya a los ciegos ni a los santones callejeros: ellos saben, ellos han visto. Visite los más sórdidos tugurios, revuélquese en el fango, consígase un alma perversa. Recuerde constantemente la consigna, para dibujar al Ángel es necesario resistirlo. No se entregue a la promesa de una plenitud espuria.

Persiga cierta clase de silencios, en ellos – se dice – habita por un instante la quietud del Ángel. Pero desconfíe, dude siempre, esa sombra que ahora cruza por la página podría ser solo una mentira del Ángel, una de las infinitas artimañas de las que se vale para confundirlo. Siga, sin embargo, todas esas pistas falsas: la mayor de todas es usted mismo. Usted mismo es el principal instrumento del Ángel. Tema siempre, el temor le pudrirá el corazón y alimentará su búsqueda.

Haga las cosas más inusitadas: converse con los muertos, recuerde que el Ángel no distingue. Conserve en todo momento una atención exacerbada, vigile, no duerma: el sueño es otra trampa, uno más de los múltiples rostros del Ángel. (Si acaso soñara despierto, si en ese agitado sueño se viera contra el lienzo convénzase de que aquella imagen que su mano traza con habilidades es la un Ángel falso, un mero espejismo que le fragua en el desierto en el que se ha convertido su vida).




En las tardes inútiles contemple largamente los espejos, cubra con ellos un cuarto de su casa, construya las perspectivas más equívocas, disuelva todo límite entre reflejo y objeto, coloque una lámpara votiva en el centro de ese laberinto: observe, siga la trayectoria inagotable de la flama, acostúmbrese a la fascinación del vértigo.

Está usted preparado para recibir al Ángel. Disponga cuidadosamente las armas: el agudo escalpelo, los ganchos, las mordazas: el látigo romano, los lápices, la tela inmaculada. No olvide la consigna, proceda con temor, sólo ese temor lo salvará.

Abandónese. No mire: ábrase al tacto de ese cuerpo deslumbrante. Piérdase en la llaga de esa carne amadísima, como el barco se precipita en el remolino del naufragio.

1 comentario:

  1. Wuuuu me encanto!!

    desconfíe, dude siempre, esa sombra que ahora cruza por la página podría ser solo una mentira del Ángel, una de las infinitas artimañas de las que se vale para confundirlo. Siga, sin embargo, todas esas pistas falsas: la mayor de todas es usted mismo. Usted mismo es el principal instrumento del Ángel. Tema siempre, el temor le pudrirá el corazón y alimentará su búsqueda.


    =0 =0 =0

    Siempre tienes algo interesante que mostrarnos =)

    Gracias jeje

    Te doy 10 kudos jaja a no verdad aqui no se puede =P

    Beso, bye

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